Isabel II no desdeñó ceñir á sus Reales sienes la Corona Condal.
Recordémoslo, señores, con el mismo entusiasmo que esperimentamos al presenciarlo: recordémoslo siempre con reverente gratitud á tan Augusta Señora.
Presintió sin duda el generoso corazon de S. M., ávido siempre de gloria para la Nacion Española , que los timbres de grandeza y de heroismo que ostentan las diversas provincias de la Monarquía, pueden tambien contribuir con una noble y provechosa emulacion al esplendor de la misma y á que se cumplan sus altos destinos.
Correspondamos , señores , a la envidiable honra dispensada por nuestra Reina á Calaluña y á Barcelona.
Sea aquella un nuevo incentivo para conservar con creciente interés el brillo é importancia de nuestros Juegos Florales.
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