Romance de D. Bueso
Camina Don Bueso—mañanita fria
á tierra de moros—á buscar amiga;
hallóla lavando—en la fuente fria:
—¿Que haces ahí, mora,—ó hija de judía?
—Reviente el caballo—y quien le traia,
que yo no soy mora—ni hija de judía;
soy una cristiana—estoy aquí cautiva
en poder de moros—diez años habia.
—Si fueras cristiana—yo te llevaria
y si fueras mora—yo te dejaria.»
Montóla á caballo—por ver que decia:
durante diez leguas—no hablaba la niña.
—¿Que tienes señora—que así enmudecias?»
La niña callaba—y no respondia.
De allende los montes—el sol que salia
alumbra los valles—que verdor cubría,
vagan los rebaños—sin pastor ni guia,
y los corderitos—retozan y triscan;
entonces alegre—la libre cautiva
conoce la tierra—adonde nacia,
y dice gozosa—con dulce sonrisa:
—Oh prados alegres—donde siendo niña
mi madre, la reina,—sus paños tendia,
donde el rey mi padre—sus perros corria
y á donde mi hermano—Don Bueso crecia
en hechos de amores—y caballería.
—Dí: ¿como te llamas?—¿De quien eres hija?
—Un rey es mi padre—yo soy Rosalinda,
que malditos moros—me hicieron cautiva
y diez años presa—pasé de mi vida.
—¿Que señas me dabas—por ser conocida?
—Rosa, que en mi pecho—hube al ser nacida.
—Muéstramela luego—mi hermana querida,
que sois la que busco—uno y otro dia.
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